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Bodas

La boda charra de Juan y Areli: ¡se sacaron la lotería al conocerse!

El amor los sorprendió una noche de noviembre que jamás olvidarán. Fue tal la química que a partir de esa ocasión no dejaron de pensar uno en el otro, así que decidieron comenzar una relación que unos pocos años fue bendecida ante el altar.

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Posse

Areli y Juan coincidieron en una noche de casino acompañando a dos amigos. Aunque el juego no los hizo millonarios, en esa sala salieron ganaron algo mucho más valioso. Ya se conocían del grupo de teatro de la universidad, pero aquel día se sintieron tan bien uno al lado del otro que sus corazones estuvieron inquietos hasta que volvieron a verse. Y fue tal la química que decidieron empezar a salir y conocerse mejor.

El 14 de febrero de 2013, convencidos de que valía la pena intentarlo, comenzaron su noviazgo. No pudieron haber tomado una decisión mejor, pues cada día que pasa va creciendo su amor y el deseo de compartir la vida para siempre.

¡Flechazo!

A seis meses de relación, Juan ya planeaba pedirle matrimonio a Areli. Y aunque compró el anillo de compromiso, decidió esperar para entregárselo hasta el 7 de octubre, durante la celebración de cumpleaños de Areli. Sin embargo, el destino decidió que fuera antes.

En septiembre, luego de que ella regresara de la boda de una prima, se reunieron en la casa de Juan. Él la vio tan entusiasmada por la celebración que improvisó la petición. Y cuando ella le pidió agua, echó la sortija en el vaso y se lo entregó. Fue una grata sorpresa que Areli nunca olvidará.

Ambos querían que fuera una gran celebración, un día inolvidable, así que se tomaron el tiempo suficiente para cuidar cada detalle. Al conocer la hacienda donde después se casarían, en Apan, Hidalgo, quedaron maravillados. Su arquitectura y su historia los motivaron a decidirse a que fuera la sede de su enlace nupcial. Ella se emocionó mucho al saber que ahí se encontraba uno de los espejos de la emperatriz Carlota.

Ambos coincidieron en que no querían que sus invitados se estresaran por cumplir con ciertos protocolos, sino que realmente se entregaran a la celebración de su matrimonio. Por ello se aseguraron de tener todo bajo control con el apoyo de su wedding planner y de que cada instante memorable fuera captado por el lente de Efrén, del estudio de fotografía Posse.

Una gran boda charra

Por su afición a la charrería, la pareja eligió tener una boda que destacara la cultura mexicana, así que Juan preparó el traje de charro adecuado para la ocasión: uno muy elegante color azul petróleo con finas grecas en gris, además de moño blanco. Cinco de sus seres queridos fueron los caballeros de honor.

Areli portó un hermoso vestido de novia Morilee de corte princesa, con falda de tul italiano y zapatos azules. Fue el primero que se probó y, aunque después se midió otros, supo que ese sería el suyo. Justo cuando se encontraba frente al espejo, su prometido la llamó por teléfono. Entonces, se imaginó al lado de Juan y fue un instante tan emotivo que no pudo contener el llanto.

La novia completó su atuendo en ivory con un velo tipo catedral decorado con pedrería y encaje, hecho a su gusto. Como parte del ajuar, destacó el ramo en distintas gamas de terracota y con un lazo estilo boutonniere.

La familia del novio la sorprendió con preciosos obsequios: su suegra le regaló un chal tipo peruano con un prendedor, mientras que sus cuñadas fueron las valiosas manos que elaboraron los arreglos de las pajecitas de las flores.

Eso no fue todo. Para que realmente fuera un perfecto día B, su hija lució un vestido muy parecido al de mami, con un hermoso tocado de delicadas perlas.

Hacia el altar

La entrada a la iglesia fue el momento más emotivo para los enamorados. Areli se sintió orgullosa al caminar del brazo de su padre y, al ver a Juan, su pecho se llenó de emoción. Aquella mirada de amor sincero y felicidad la cubrió hasta que llegó al altar.

Luego de recibir la bendición del sacerdote, los esposos salieron con una gran sonrisa en el rostro. Sus seres queridos los esperaron en la puerta para arrojarles pétalos de rosas rojas y el tradicional arroz, en señal de sus buenos deseos por que nada les falte.

¡Que siga la fiesta!

Tras abrir la pista con su primer baile, la pareja generó un gran ambiente a la hora de la Marcha fúnebre, el lanzamiento del ramo y de la liga, que, por cierto tenía una anforita con tequila para que fuera una grata recompensa.

Todo fue diversión. En la pista, un mimo charro se las ingenió para que los novios bailaran y los invitados no se quedaran sentados. En esta boda mexicana no podían faltar el tequila ni un delicioso pastel con grandes rosas de vivos colores.

Areli y Juan se consideran una pareja que se ama plenamente, valora la familia y es capaz de alcanzar las metas que se propongan.

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