La boda de Erick y Diana en Maravatío, Michoacán

Comenzaron a preparar la comida. A llevar la bebida. Comenzó todo el verdadero movimiento. El día sábado a levantarnos todos temprano para acabar antes de la hora de la misa.

Las señoras que preparaban el arroz. Le preguntaron a mi suegra. Ella es la novia. Con algo de sarcasmo por ahí. Y mi suegra contesto. Sí. Y me regañaron todas las señoras porque eran las 8 y aún no me bañaba por ayudar a colocar mesas y sillas con mi esposo. Después un baño veloz llegó a mí. Y me comenzaron a peinar y no nos parecía bien el peinado que se había escogido inicialmente. Tuvimos que improvisar. Y finalmente quedó el adecuado. Me colocaron el velo antes de tiempo ya que tenía que darle la última pasada a la camisa y al pantalón con la plancha. Fue difícil ya que el velo era muy estorboso. Cómo me vio sufrir mi mamá. Me ayudó deteniendo lo mientras arreglaba la ropa que se iba a poner mi esposo para lucir espectacular en fecha tan esperada.

Me tuve que mover a otra casa para que me pudiera cambiar y así tener ese toque con mi esposo de no ver a la novia hasta la iglesia por las creencias. Ya que eso da mala suerte.

Mi hermana me ayudó a cambiarme y mientras mi mamá y mis hermanos se desaparecieron buscando el hotel y se fueron con todo y carro. Era tarde y sin señal me ganaron los nervios y ya quería llorar. A esa hora ya tenía que estar en la iglesia esperando que el padre nos diera la bienvenida. Y mientras llamada y llamada a mis hermanos y decía. Si ya vamos con tanta calma que más nervios llegaban a mí. Por fin Diosito se apiadó y los mandó por nosotras ya vestidas y con todo a lo que daba nos fuimos a la iglesia. Llegamos al estacionamiento y mi hermano corriendo me dijo camínale y me ayudaban con el vestido la cola y todo. Llegamos a la iglesia y me voltio a ver mi esposo y con cara de felicidad y presión nos saludamos de lejitos. Todos los que ya estaban en la iglesia al verme entrar aplaudieron. Pero no sé si por qué por fin llegamos. O porque era muy bonito vestido.

Comenzó la ceremonia. No parábamos de sonreírnos el uno al otro y el padre que dio la misa. Nos dijo que estamos muy bien al hacer y unirnos a Dios en tan precioso momento. La misa fue muy bonita. El padre muy atento y bromista con nosotros.

Saliendo les pedimos a los de foto y vídeo que nos pasamos a otro lado a tomar unas fotos de recuerdo. Nos gustó mucho el lugar a nosotros. Pero por obvias razones el destino no lo quiso así. Al lugar no pudimos entrar por el tren que estaba parado. Improvisamos y nos colocamos de lado contrario. Y al salir del lugar. El carro en el que íbamos se descompuso.

Con el calor y el enojo. Nos esperamos hasta que nos pudieran ayudar a llevarlo a la casa.

Llegando a la fiesta, nos dimos cuenta de la sorpresa que nos tenían preparada, ya que contrataron a personas que cantaban durante el tiempo de la comida. Hicieron muy amena la tarde. Comenzaron los regalos, las sorpresas, que nos pidieron dar unas palabras a los invitados. Comenzamos con las actividades después de la comida. Se inició el sonido que tenían muy buen ambiente.

Se dio comienzo con el baile, el pastel, el brindis, los tradicionales bailes de la víbora de la mar. Pero tequilera. Comenzaron los niños en la víbora de la mar. Tiraron al novio.

Después siguieron las mujeres, y todas ellas divertidísimas. Porque cada que decían tequila la que quedara debajo de mi le tocaba un trago. Siguieron los hombres y ellos más bruscos. Tomaban pero tiraron a mi esposo, pero como él es bien borrachales se cayó pero sin soltar ni derramar una gota del tequila.

Se siguió con la aventada del ramo y la corbata. Y al final el baile muy divertido.

Para nosotros fue una noche espectacular, muy felices y alegres con la mayoría de la familia. Bailamos hasta caer muertos y contentos de que todo salió como debía de salir.

¡Gracias por formar parte de ella!