La boda de Miguel y Araceli en Atizapán de Zaragoza, Estado México

Cuando llegué a la Hacienda y vi a Migue, no podía parar de sonreír, que guapo estaba. Nos mirábamos y sonreíamos, hace tiempo que llevábamos planeando este gran día y por fin se había hecho realidad.

La ceremonia religiosa se pasó muy rápido, estábamos algo nerviosos, pero siguiendo la guía del padre, todo salió muy bien. Saliendo de la Iglesia, estaban todos nuestros invitados, echando porras y aventándonos burbujas de jabón; todos querían una foto con nosotros y darnos un abrazo de felicitación.

Cuando llegamos a la recepción, ya nos estaba esperando un rico coktail. Puntualmente llegó la Juez para la ceremonia civil, nos explicó las responsabilidades que estábamos aceptando y nos deseó lo mejor, firmamos los documentos y ahora sí, estábamos listos para fiestear todo el día.

La comida estuvo deliciosa, sobre todo porque era nuestra primer comida de esposos y llegó el momento esperado: nuestro primer baile. Bailamos “Woman” de John Lennon, no podíamos estar más felices, todos los invitados se contagiaron de la emoción que sentimos al bailar por primera vez como marido y mujer.

Después, la pasamos muy bien, todos los invitados lo pasaron de lo mejor, bailaron gritaron, hubo baile, gritos, buena música, regalos, batucada, slam, víbora de la mar, risas, abrazos y alguna que otra lagrimilla de nostalgia.

La recepción terminó maravillosamente con todos en la pista rodeándonos y cantando “Hey Jude”, era momento de ir a casa y llegamos, nos estaba esperando el after, toda nuestra familia estaba ahí y pues no había más, a seguir disfrutando de la fiesta. Al otro día reservamos un hotel donde dormiríamos y dormiríamos, estábamos tan agotados pero tan felices.

Estamos muy contentos porque no pudo haber salir mejor, todo fue un sueño, algunas cosas superaron nuestras expectativas, nuestros invitados se divirtieron, pudimos estar con todo el mundo y compartir con todos ellos nuestro amor!

¡Al infinito y más allá!