La boda de Ricardo y Perla en Iztapalapa, Ciudad de México
De noche Verano Azul 3 profesionales
R&P
08 Jul, 2017La crónica de nuestra boda
Cuando conocí a Ricardo, pensé en él como mi compañero para toda la vida. Tal vez parezca una frase trillada y un poco cursi pero en realidad eso me pasó. Nunca había pasado por mi cabeza cuándo, cómo o con quién me casaría pero el día que lo conocí todo cambió.
Fuimos novios desde hace 9 años, hubiesen sido 13 pero ciertos acontecimientos hicieron que tomáramos caminos diferentes. Sin embargo, como se dice por ahí, cuando estás predestinada a un amor de verdad, por más lejos que estés, los corazones se encontrarán.
Planeamos nuestra boda hace un año formalmente, ya que siempre nos contábamos e imaginábamos cómo seríamos de esposos durante nuestros años de novios. Para ser sincera, él tomo la iniciativa ya que el día de mi cumpleaños y en una de nuestras visitas a la Biblioteca Vasconcelos aquí en la CDMX, me propuso matrimonio. Yo estaba feliz: estaba frente al amor de mi vida y futuro esposo en un lugar que era especial para ambos.
Debo confesar que él estaba más nervioso que yo, pero mi respuesta fue un claro "¡Sí!" con lágrimas de felicidad. Y así empezó este viaje. Queríamos un tema que nos caracterizara y representara el amor que nos profesamos. Primero elegimos un color que nos gustara a ambos y esté fue azul rey. Después elegimos el tema de nuestra boda y el cual nos ayudaría a fijar la fecha. El tema fue Tanabata, una festividad japonesa que narra como Orihime y Hikoboshi (las estrellas Vega y Altair) se encuentran cada 7 de Julio. ¡Prácticamente una fiesta de estrellas! Y más con los colores que teníamos, el azul para nuestros accesorios y el blanco del vestido. Pero tuvimos que hacer un pequeño cambio ya que el 7 caía en viernes, pasamos la boda al 8 que era sábado. Admito que pensé muchas veces que sería una tortura buscar y encontrar el vestido perfecto, pero, aunque no lo creía, cuando lo vi, lo supe. Sientes algo en el estómago y no paras de imaginártelo puesto. Mi vestido fue en corte A con detalles discretos de piedritas en el abdomen, pecho y falda, y mangas pequeñitas para el verano.
Seguir leyendo »El traje de mi esposo, fue en tonalidad azul marino, con una linda corbata de moño y una camisa tipo smoking. ¡Nuestra combinación perfecta! Por los accesorios no nos preocupamos ya que nuestras familias nos ayudaron a crearlos o conseguirlos. Fue un sentimiento hermoso ya que se podía sentir el amor de ambas familias para el gran día.
Una vez con los preparativos listos, sólo nos quedaba esperar aunque un año se va como el agua. ¡Y así fue!
Era 8 de julio por la mañana, yo estaba muy nerviosa pero gracias a mi mamá y hermana que no dejaban de mostrarse emocionadas pude tranquilizarme y disfrutar mi baño. Un poco más tarde, fuimos al salón de belleza para el maquillaje, les confieso que estaba asustada ya que desde adolescente sufrí acné y tengo pequeñas secuelas en las mejillas. No obstante, Berny y Lalo, los profesionales me dejaron como princesa sin sentirme cargada ni incómoda.
¡El primer paso estaba listo!
El ponerme el vestido me hizo sentirme irreal, siempre había visto novias y lo hermosas que se ven pero nunca pensé verme igual, así que fue un montón de sentimientos encontrados, pero estaba más feliz que nada. ¡Sólo quedaba llegar a la iglesia!
Cuando llegamos y comenzamos la marcha nupcial, me sentía feliz de tener a mi papá y mamá al lado, y no era para menos. Estaba a punto de casarme en la iglesia en que ellos lo habían hecho hace 35 años y en la que me había bautizado. Finalmente llegué y vi a Ricardo. Se veía guapísimo y sabía que no me había equivocado: estaba a punto de unirme para siempre con el hombre que amaba. Después de la ceremonia, llegó la fiesta. Nuestra decoración se veía espectacular y nuestro pastel era prácticamente lo que muchos conocían de nosotros, algo impredecible. Nuestro primer baile fue coronado por Frank Sinatra y su "The wa you look tonight". La mayoría de los invitados pensó que habíamos ensayado, pero lo cierto es que dejamos que la canción fluyera ya que ninguno de nosotros sabíamos bailar.
Todo fue mágico y perfecto. Nuestros invitados e incluso personal del salón no dejaban de decir que podían percibir el amor que nos teníamos ya que la fiesta se sentía cálida y unida. Finalmente después de esa noche, ya no seríamos novios, tampoco sólo esposos, seríamos un solo corazón como siempre lo soñamos. Ya casi son 3 meses de aquel bello día y cada día que despierto a su lado y veo su sonrisa, se me llena el corazón de pensar que estoy y estaré por siempre al lado del amor de mi vida. Para terminar, deseo que mi historia inspire a muchas bellas novias y sepan que van por el camino correcto de la mano del amor de su vida. ¡Besos a todas!
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