La boda de Ramsés y Ivette en Mazatlán, Sinaloa
Al aire libre Invierno Rosa 3 profesionales
R&I
04 Mar, 2017La crónica de nuestra boda
En ningún momento estuve estresada, al contrario, estuve muy entusiasmada imaginándome el lugar de la recepción completamente montado. Una noche antes, dormimos juntos, nuestros ojos se abrieron a las 06:50 a.m. y fue imposible conciliar el sueño un minuto más, era momento de disfrutar el tan esperado y especial 4 de marzo de 2017.
El panorama no era bueno: la mañana se tornaba nublada, ventosa y algunas gotas de lluvia empañaban nuestro gran día. Sin embargo, aún era muy temprano para preocuparnos. Primero que nada, tomé un baño de relajación y bajé a desayunar un momento después. Más tranquila no podía estar, el sol se comenzaba a abrir paso entre las nubes y yo tomaba mis alimentos con una preciosa vista al mar. Ramsés se fue al gimnasio, puesto que tenía tiempo libre para ejercitarse mientras se llegaba la hora de su arreglo, ¡qué envidia!
Mi maquillista (prima de mi esposo), llegó con hora y media de retraso, tuvo contratiempo con su llegada ya que es foránea, total, dije: “todavía tenemos tiempo”. Empezó el momento de la transformación, mi fotógrafa ya estaba preparada para capturar los mejores ángulos del getting ready.
Seguir leyendo »Me impacienté un poco porque nuestra prima tardó más de lo programado con mi arreglo, y me tenía a ciegas, es decir, no me estaba viendo en el espejo durante el proceso. Personalmente no conocía su trabajo, porque como les comentaba, ella no vive en nuestra ciudad, pero muy amablemente se ofreció en hacernos ese regalo de bodas. Por una u otra situación no pude asistir a la prueba de maquillaje, así que me encomendé a sus manos mágicas y a las buenas referencias que había escuchado sobre ella. En realidad, la espera valió la pena, su paciencia y dedicación desembocaron en un espectacular look de novia elegante, sofisticada y natural, ¡cómo siempre soñé!
Nuestro precioso coche de bodas arribó justo a tiempo para llevarme a los jardines del hotel Emerald Bay, donde mi futuro esposo me esperaba para hacer nuestro first look. Su impresión fue espectacular al verme por primera vez vestida como novia, ¡su sonrisa lo dijo todo! Continuamos con la sesión formal en ese lugar aproximadamente durante una hora y media, sin embargo, el viento seguía muy intenso y decidimos terminar antes de tiempo. En corto, nos dirigimos al centro histórico para hacer sesión con nuestro cortejo nupcial, quienes al verme no podían parar de adularnos y algunas de mis amigas hasta con lagrimitas de felicidad. Me quedé un rato ahí con mis damas y bestmen, ya que Ramsés debía irse antes a la parroquia. Mis hermanos me cuentan que mi esposo estaba muy nervioso mientras me esperaba en el altar, como que hasta esa hora le cayó el veinte.
La iglesia hizo sonar sus campanas a las 19:00 horas para anunciar nuestro futuro enlace matrimonial, y en ese instante fue donde la ansiedad se apoderó de mí. Caminé hacia el altar con un poco de nervios del brazo de mi padre, pues me encontraba a unos pasos de la cita más importante de mi vida. Al llegar frente al amor de mi vida, alegría era lo único que había en nuestras miradas y olvidamos todo, sólo nos enfocamos en la ceremonia y en nosotros. Nos llenamos de tranquilidad y paz, para nada se me hizo un nudo en la garganta al decir los votos, a diferencia de lo que fue en mi boda civil que no podía parar de llorar. Salimos muy felices de la parroquia anunciados como marido y mujer con la bendición de Dios. Los flashes no se hicieron esperar, miles de fotografías a las afueras de la iglesia, todos felicitándonos.
Directo nos fuimos a la recepción. Al llegar, me di cuenta que sin duda era la boda de mis sueños, más bien de ¡nuestros sueños! Mi esposo jamás imaginó que mis planes armarían una boda tan bonita como la que tuvimos, porque al poner un pie dentro del jardín, entendió que todo lo gastado había valido la pena, pues el lugar se veía hermoso. El clima se portó de maravilla, nada de viento y mucho menos lluvia.
Nuestra boda estuvo excelente, a pesar de que existieron muchos percances y a su vez fallas con proveedores que preferí omitir en esta crónica porque, al final de cuentas, son momentos efímeros, pasan tan fugaces, pero prevalecen en la vida para siempre, y de manera positiva es como quiero recordar ese día.
Lo importante es que nos amamos y decidimos dar este paso con convicción y alegría, nos dedicamos a disfrutar cada instante, bailamos hasta que nos cansamos y nos tomamos infinidad de fotos. Para ser sincera sentí que el tiempo pasó en un suspiro, pero definitivamente este ha sido el mejor día de nuestra vida juntos. Y claro, que esto es sólo el comienzo, deseo un matrimonio mucho más bonito y duradero de lo que fue mi boda, y eso ya es mucho pedir.
P.D. Disfruten los preparativos y su boda al máximo, son momentos únicos en la vida, no dejen que el estrés o algún aspecto negativo tome las riendas en este proceso.
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