La boda de Peter y Mariajosé en Guadalajara, Jalisco
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16 Feb, 2019La crónica de nuestra boda
Siempre leía y escuchaba que todas las novias después de su boda contaban lo rápido que se les había pasado el día, pero definitivamente es un sentimiento que no se puede entender mucho hasta que lo vives. Y el 16 de febrero me tocó vivirlo.
Desde que me desperté super temprano, me sentía muy tranquila. Todo ya estaba listo desde un par de semanas antes (gracias a mi wedding planner, de quien hablaré más adelante), así que no me tocó nada más que disfrutar mi getting ready con mis damas y mi mamá.
A eso de las 4:00 pm salí solita de mi casa para llegar a mi sesión de first look con mi (futuro) esposo. Ya íbamos rumbo al salón cuando de repente suelto un “chin” tan alto que el chofer casi se para en seco: el ramo. Pues nos regresamos, pero sin prisa, la sesión, la ceremonia y la fiesta eran en el mismo lugar así que no había pierde. Pero creo que ese pequeño olvido me demostró que tal vez estaba un poco más nerviosa de lo que quería ver.
Poco después de que empezamos la sesión sólo mi marido y yo, llegó el resto del cortejo: madrinas, padrinos, papás y mi hermano. El fotógrafo (Alejandro Souza) hizo un trabajo maravilloso asegurándose que las fotos y la dinámica fueran super naturales, no soy mucho de fotos posadas.
Seguir leyendo »Yo no podía de felicidad. Después de las 7:00pm me metí al cuarto de novia, junto con mis damas, para echarnos una cervecita y relajarnos antes de que empezara el torbellino oficial de la boda. Uno de mis “nervios” más grandes era que la gente no llegara a tiempo para la ceremonia, insistimos en que por favor llegaran poco antes de las 8:00pm, pero de repente muchos acostumbran llegar después a las bodas.
Escuché la canción de entrada de la ceremonia, y para mi sorpresa cuando salí del cuarto para caminar con mi papá vi todas las sillas llenas. 200 personas estaban a la luz de las velas listos para compartir este momento con nosotros. Ahí fue donde me ganó la emoción por primera vez en el día. Aunque obviamente no me pude aguantar cuando me tocó leer los votos (que mi futuro marido y yo escribimos individualmente).
La ceremonia fue aún más especial porque unimos no sólo nuestras vidas y familias, sino religiones: mi esposo es judío y yo católica, y toda la ceremonia estuvo entrelazada entre las dos, creo que fue algo no sólo único para los invitados, sino que le agregó emotividad a la boda.
¡El resto de la noche es historia! Entre nuestro baile de entrada, la cena deliciosa (no quisimos ni buffette ni cena por tiempos, sino ‘estaciones’ temáticas de cada país – EUA y México) y el brindis super conmovedor de nuestros mejores amigos y papás. Se hizo el preludio de un fiestón “marca diablo” (en palabras de unos amigos). Carrito de shots, toques, photobooth, mucha música disco y mucha música retro (incluido reggaeton del viejito, obvio), la gente no paraba de bailar.
Yo no me di cuenta hasta que me lo mencionó una de las invitadas al día siguiente: no dejé la pista ni un momentito, no hubo necesidad. La fiesta estaba ahí. Y me dio muchísimo gusto ver que todos los invitados fueron parte de ese gran momento. En lugar de ramo y liga, decidimos tener algo muy tradicional en las bodas judías: la hora (pronunciado como Jóra), donde todos se unen de las manos y bailan alrededor de los novios, para después sentarlos en sillas y levantarlos en el aire.
Sinceramente era de las cosas que más miedito me daban, y afortunadamente no hubo accidentes, pero creo que en todas las fotos de ese momento salgo con cara de angustia. Dieron las 3:00am y fue tiempo de partir. Habíamos rentado 2 camionetas Sprinter (de 20 pasajeros) para recoger a todos los invitados que iban un poco indispuestos para manejar. Y fue de las mejores ideas que tuvimos porque yo iba rendida de cansancio en la camioneta, pero todos los demás (incluido mi marido) todavía traían la fiesta a tope. Yo lo único que quería era lavarme la cara e ir a dormir junto a mi esposo. Sin duda el mejor día de mi vida. Y sin duda todas las expectativas fueron superadas gracias al increíble trabajo de Osvaldo Martínez (mi WP) y Paola Meneses. Confiarles mi día a profesionales fue la mejor decisión que tomamos para esta boda. Toda mi familia y nosotros estamos súper agradecidos con ellos.
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