La boda de Manolo y Sandrin en San Pedro Cholula, Puebla

Joyería: elegimos a Karla Elena Hernández Espinosa, artista plástica egresada de La Esmeralda que es diseñadora de joyería. Mi piedra favorita es la amatista, y preferimos la plata al oro. Así que siguiendo con nuestro concepto de boda diseñó anillos hermosos con mi piedra favorita, en plata y un grabado de hoja que simboliza lo vivo, al igual que las invitaciones y arreglos florales. Los tres anillos en conjunto (compromiso y alianzas) se complementan y forman una figura.

Recuerdos: acorde a nuestras profesiones y gustos, buscamos un artesano que trenza espigas de trigo y mandamos hacer cestas. En ellas pusimos dulces tradicionales mexicanos, pequeñas réplicas del ramo, y tarjetas de agradecimiento en papel reciclado.

Arreglos florales: colocamos jaulas de metal blancas con macetas de lavanda mexicana, así los invitados se pudieron llevar algo vivo, que estéticamente era hermoso, y de un olor maravilloso.

Ropa novios: elegimos ropa de lino y solicitamos en la etiqueta de vestido que los invitados fueran de lino o manta, con la idea de usar fibras naturales y no promover el uso de plásticos, fibras sintéticas ni artificios. Las marcas elegidas fueron, para el vestido de novia Adolfo Domínguez; pantalón de novio Epsilon, zapatos de novia Westies, guayabera novio taller de telar Oaxaca.

Pastel: encontramos una pastelería donde entendieron el concepto de Naked Cake, e hicieron dos pasteles separados lo cual facilitó el transporte. Los adornamos con bugambilia natural.

Accesorios: para la ceremonia religiosa se compraron cojines artesanales de Tenango del Valle; lazo artesanal con cruz de plata de los talleres de platería de la Ciudadela (CDMX).

Brindis: al término de la ceremonia religiosa tuvimos un brindis con Mezcal de una producción local de Guerrero, con una selección de quesos (provolone ahumado, provolone con ajonjolí y ajo y queso de cabra al vino tinto) y frutas (uvas e higos). Después de la comida se sirvió helado de mamey, junto con el pastel y copas de sidra tradicional artesanal.

Alojamiento: encontramos un lugar mágico en ABNB que se llama Martinlandia, en San Andrés Cholula, un apartamento con decorado tradicional, muebles antiguos, arquitectura mexicana única, acabados en talavera, cobre y madera, que fue el lugar ideal y acorde para recibirnos esos días.