La boda de Luis y Nohemí en Hermosillo, Sonora

A media mañana llegaron la fotógrafa y la videógrafa. Muchas fotos con mi bata y pantuflas de novia, con mi cara llena de corrector, con mi mamá, al vestido, a los anillos, a mi gata, poniéndome el velo, etc. No soy una persona que adore posar en las fotos, así que la experiencia fue extra especial.

Terminaron y hubo un rato de calma, sólo mis papás y yo. Comimos un poco para aguantar la tarde y con cuidado para no arruinar el maquillaje.

Poco a poco empezó a llegar gente a mi casa. Mi hermana nos ayudó a vestirnos a mi y a mi mamá, mi sobrina no dejaba de girar en la sala con su radiante vestido rosa, mi papá y mi hermano entrando y saliendo, mi gata escondida, etc. La casa llena y alborotada, como nunca.

A las 4:30 salimos de la casa rumbo al hotel donde sería la sesión fotográfica. Al estacionarnos vi de lejos a Luis con mi ramo, pero él no me vio. Quiso acercarse al carro para entregármelo y no lo dejaron, alguien fue hacia él y me trajo las flores. La fotógrafa se lo llevó hacia el primer punto donde nos tomaría fotos y lo puso de espaldas, yo poco a poco me acerqué y entonces sí, él volteó y su cara y ojos de emoción fueron lo más tierno del mundo.

La zona donde nos tomamos las fotos era un jardín, con partes empinadas, partes con escalinatas y otras con césped. La verdad me cansé mucho, ¡ya no quería que me hicieran caminar! Por fin siguieron las fotos con las familias, con las damas y los “damos”, y terminamos media hora antes de lo esperado.

Me fui al retoque del maquillaje y luego a esperar en el carro, afuera de la iglesia. Cuando vi a mis damas me bajé a platicar con ellas, estaba tan a gusto y quitada de la pena que ni cuenta me di del paso del tiempo. Me gritaron que ya era hora de entrar y fui a acomodarme con mi papá, empecé a escuchar la música y a caminar.

Y entonces llegaron los nervios. No vi quiénes estaban en las bancas, sólo veía hacia el altar. Noté que había bastante gente, lo bueno, ya que me parece super triste ver fotos de boda con iglesias semivacías. Lo bueno fue que no lloré y los nervios me permitieron decir los votos correctamente. Mi suegra sí lloró. Se acabó la misa, felicitaciones, unas cuantas fotos y nos fuimos al salón.

Hubo algunas fallas, como que olvidamos el cake topper, algunas personas nos fallaron y no fueron, la entrada fue con una canción de Luis Miguel y ¡no nos gusta Luis Miguel! El DJ no era la persona que nos habían dicho que sería y a veces teníamos que ir a decirle qué queríamos.

Tuvimos dos canciones de boda, recibimos muy buenos comentarios sobre la cena y el pastel, la cabina de fotos siempre estuvo llena, con gente en la pista de baile y sentimos mucho cariño de parte de nuestros familiares y amigos.

Fue un gran e inolvidable día, sí, pero sé que no será el mejor de nuestras vidas, pues hay más cosas por vivir, esto sólo fue un muy buen comienzo.