La boda de Julio Cantero y Angelica en Aguascalientes, Aguascalientes

Llegamos primero a la sesión de fotos, fue justo ahí en donde él me vio por primera vez vestida de novia, el fotógrafo que contratamos hizo una dinámica muy romántica, le vendó los ojos para que yo caminará hacia él, le quitará la venda y me viera, en ese momento lloramos (yo no quería porque yo pensaba en mi maquillaje) pero nada le paso.

Al terminar la sesión nos despedimos y nos quedamos de ver en el altar.

Fue ahí donde llegué, donde lo vi esperando por mí, en la punta del altar con su mano moviéndose como cuando está nervioso, acomodándose diez mil veces el reloj, mi papá me tomó del brazo y me dijo "estás lista", me dio risa y caminé, caminamos, fue un sentimiento tan único y especial que jamás, jamás voy a olvidar, mi papá me entregó a él y sucedió, la bendición más grande de todo y contra todo.

Al llegar a la recepción nos recibieron con mucha alegría, había poca gente y yo pensé… no puede ser, che gente impuntual, siguió pasando la noche y varias mesas se nos quedaron solas, (fue porque un tío de mi esposo falleció dos días antes) por ende su familia solo asistió a misa.

Yo al principio creí que no podría divertirme o disfrutar de mi boda porque nos faltaban invitados, pero ese pensamiento me duró, si acaso 3 minutos, cuando voltee a ver a mi esposo con su mirada y su sonrisa que me dice que todo está bien, comprendí que era nuestro día, era nuestro momento y que todo el estrés que vivimos un año antes para lograr tener lo que queríamos, debía valer la pena disfrutándonos él y yo, festejando nuestra unión y bendición de Dios, lo abrase y no volví a darme cuenta si había o no salón lleno.

Estoy muy agradecida con Dios, con la vida o el destino, por poner en mi camino a un ser maravilloso que ahora puedo llamar esposo.