La boda de José y Rocío en Puebla, Puebla

Ya para la hora del vestido los nervios empezaron a estar presentes en mis hermanas y mi mamá, pero alguien tenía que mantener la calma así que fui yo. No, la verdad sí tuve un poco de nervios, pero fue más emoción, de parte de mis hermanas y mi mamá fueron más los nervios porque el vestido no le pasara nada y me ayudaron para que estuviera perfecto. En ese inter, el primer contratiempo fue que las flores no llegaban. Por suerte se pidieron con un rango mayor de anticipación así que en teoría llegaron a tiempo, pero mi papá quien estuvo a cargo de esta tarea ya se empezaba a impacientar, pero al final todo quedó como estaba previsto.

La verdad me gustó mucho mi vestido y aún más porque tuve la suerte de que mi mamá me lo hiciera, eso fue increíble y me encantó ver que tanto mis hermanas como mi mamá compartían el mismo gusto, emoción y felicidad por ese momento.

Durante todo el día mi novio (ahora mi esposo) estuvimos en contacto platicando y mandándonos mensajitos para informarnos de lo que ocurría.

Y ya cuando llegó la hora de salir fui la primera en subir al auto, no quería llegar tarde; para mí eso no estaba en mis planes y gracias a mi familia así fue, llegamos muy a tiempo. Para variar y por ciertas cuestiones, ese día todavía estaba en mis días. Por suerte fueron ya los últimos, aun así cuidé mucho ese aspecto así que, para disimular entré a una pequeña capilla que hay a un costado de la iglesia “para esperar”, la cual para mayor de mi suerte está cerca del baño, eso no impidió que viviera al 200% el día que tanto habíamos esperado.

Otro pequeño detalle fue que la hija de uno de nuestros invitados estuvo muy inquieta, pero igual eso no nos molestó ni incomodó en lo más mínimo, quizás sí un poco a nuestros invitados, pero eso después lo olvidaron estoy segura, y nos enfocamos en nuestra ceremonia en disfrutarla y las palabras que nos dedicó el sacerdote también fueron muy lindas y aterrizadas a nuestros días y la realidad, las cuales para nosotros fueron muy alentadoras y motivadoras en verdad.

Los ramos los llevó mi hermana mayor Claudia y la verdad a mí me encantaron. Fueron 3, uno para la iglesia, otro para mí, el cual duró muchísimo y el otro para aventar, el cual se volvió en 3 ramos más, eso estuvo genial.

Para la recepción se recibió a los invitados con dos cocteles y en la cena pedimos, espagueti, crema al chile poblano, pierna al tamarindo con ensalada de manzana y para los niños espagueti y hamburguesa con papas. El pastel lo llevó otra de mis hermanas, Angélica, y fue un pastel delicioso de queso con zarzamora. Los recuerdos también me gustaron mucho. De estos se encargó mi hermana Nancy. Fueron unas sandalias blancas, mandiles y unos vasitos muy lindos todo con nuestros nombres y gracias a mi hermano Alejandro hubo brandy y tequila.

La decoración, así como las invitaciones fue blanco y negro, mesas con mantel blanco, cubre mantel negro y mesas iluminadas. La canción para el primer baile fue “Ya no vivo por vivir” canción que mi novio me dedicó el 14 febrero.

La fiesta estuvo amenizada muy bien y tanto los invitados, como nuestra familia, amigos y nosotros bailamos hasta el cansancio. Ya después de tanto baile, tomamos un descanso con unos chilaquiles, esto para seguir con la pachanga.

Al final muchos acabaron muy enfiestados, muy contentos y hubo quien no quería ni salir del salón.

Perfecta. Tal vez para miradas externas no. No lo sé y no me importó antes y mucho menos ahora, pero para mi familia, mi esposo y para mí estuvo genial, porque nos divertimos y lo disfrutamos al máximo.

Es algo que jamás olvidaremos y aún sigue siendo muy especial para nosotros. Recuerdo que quedó plasmado en las fotos y el video gracias a mi hermana Nancy.

Ya para terminar, estoy firmemente convencida de que para lograr que algo salga bien, las personas que están alrededor y/o te ayudan tienen que estar igualmente comprometidas contigo y contentas de lo que estás haciendo, solo así se puede tener éxito.