La boda de Francisco y Yessica en León, Guanajuato

La reacción de mi papá al verme lista, escuchar a todas atrás de las cámaras llorando, me tiene a mí ahora mismo con las lágrimas saliendo de mis ojos. Lo divertido que fue el tomarnos fotos, mis damas divertidas y enamoradas de sus vestidos me hacían volar.

El nervio llego al subir al templo, mis ideas locas de que no iría nadie y el templo luciría vacío (si así estoy de loca y quiero creer que fueron los nervios locos que nunca quise aceptar), me quede sentada, viendo pasar como la gente corría delante de mí para tomar sus lugares, las damas organizado todo tal cual se los pedí días antes, los padrinos de honor haciendo lo propio, los padrinos siguiente indicaciones de los jovencitos que cumplían con su compromiso adquirido. ¡Todo era una locura!

Me paré justo detrás de mi gran cortejo, vi desfilar a todos uno por uno con una sonrisa en la boca, la sensación del momento, ¡mi abuelita siendo paje con una canasta llena de pétalos de flores! Y de pronto paso, justo hasta el fondo del templo se encontraba el hombre con el que decidí pasar el resto de mi vida, sonriendo y con los ojos llenos de lágrimas, camine del brazo de mis padres sonriendo, segura del amor que le tengo y del paso que ambos decidimos dar, tome su mano y me perdí en sus ojos, dejándome llevar de todos esos buenos deseos y felicidad que sentía, nuevamente estaba flotando en esa burbuja que nos desconectaba desde novios.

Como en todas las bodas, la organización no fue 100% perfecta, pero no importa! Estuve rodeada de amor, de sorpresas de lágrimas que no reflejaban más que felicidad.

Mi primer baile con mi ya esposo, entre risas y abrazos me volví a perder hasta que llegó el momento de que me entregara a los brazos de mi primer amor y mi héroe de vida, mi Papá, con el que baile abrazada a él, la canción que tanto me canto desde bebita, entre muchas lágrimas invitamos a pasar a mis hermanas y mamá, para abrazarnos mientras todos llorábamos, finalmente se unió el nuevo integrante de la familia. Mi esposo.

Buscamos la manera de reír todo el tiempo, así que entre las risas de la tan famosísima víbora, atrapamos a una chica y le dimos un pequeño shot, así mismo en la liga ofrecimos a los valientes una botella ¡de agua!

El baile comenzó y todos nos divertimos hasta el amanecer, todos disfrutamos de las maravillas del amor. Nos esforzamos en darles a todos nuestros invitados un pedacito de ese amor que nos brindaron a lo largo del año de preparación, así que obsequiamos tarros, termos, toallitas, flats, arbolitos, frazadas, mandiles ¡Todo con la única intención de agradecer tanto amor!

Después de bailar, llego el mariachi para soltar toda esa emoción y que salieran las lagrimitas, terminamos medio dormidos sentados con un plato de menudo a las 7 de la mañana, y debo confesar que han sido las 12 horas más maravillosas de toda mi vida!

Y no nos queda más que agradecer todo lo que nos han dado, tantas experiencias, risas, amor, buenas vibras! Esperamos de corazón todos esos buenos deseos se les regresen al triple.

¡Abrazos y besos!

Yessi & Francisco