La boda de Enrique y Sofía en Puebla, Puebla

La crónica de nuestra boda

Desde mi infancia había soñado con la boda perfecta, invertí tanto tiempo de mi vida pensando e imaginando cómo sería que no me detuve a pensar que lo que más me haría feliz era el hombre que elegí como esposo hasta que lo conocí. Jamás me había sentido tan amada y tan plenamente feliz. No me mal entiendan, tuve una boda hermosa desde el servicio hasta los detalles de las flores, pero lo que realmente hizo de ese día algo memorable y hermoso fue estar en compañía de mi ahora esposo, nuestra familia y nuestros amigos.

Me sentí tan dichosa que no me importó que a mi vestido le cayera vino encima, que por el nerviosismo mi prometido olvidase la coreografía que ensayamos con cuatro meses de antelación, que mi vestido terminara lleno de ceniza en la parte baja y que me dolieran los pies por el calzado.

Debo admitir que organizar el evento aún con casi un año de antelación puso mucho estrés a la relación, jamás había tenido que negociar tanto con mi pareja. Teníamos 12 años de novios antes de casarnos y puedo asegurar que organizar la boda fue la verdadera prueba de fuego para nuestra relación. Ha pasado poco más de una semana desde que somos marido y mujer, hemos vuelto al desestrés y el romance. Ahora vemos con risa las cosas que no salieron tal cual las planeamos.