La boda de Elio y María Dolores en Villahermosa, Tabasco

Cambié varias cosas del protocolo de una boda normal. No bailé la cola ni tampoco se hizo la marcha fúnebre para evitar aglomeraciones y todos estuviéramos en sana distancia. Fue un día de ensueño, mágico. Desde que me levanté en el hotel, desayuné con mi esposo, estuvimos tranquilos, relajados, sin nada de qué preocuparnos.

Yo no pagué prueba de maquillaje y peinado y sin duda supe elegir a la persona indicada que me maquilló hermoso. Me dio sugerencias de cómo usar mi tocado. Tuve dos cambios de maquillaje: uno para entrar a la iglesia y otro cuando entré al salón.

Mi vestido que tenía más de 1 año guardado y en proceso de fabricación, durante todos los cambios y el tiempo me lo fui probando, tuve oportunidad de irle cambiando cosas. Cada prueba me confirmaba que elegí bien desde el principio. Cada vez que me lo ponía me encantaba más. Ese día fue el vestido más hermoso que haya usado en toda mi vida. Lo disfruté. Muy cómodo, nada pesado.

También la misma señora nos fabricó los vestidos de las damas. Ver a mis damas vestida del color y modelo que yo escogí y verlas tan bellas, me emocionó. Pedí varias modificaciones a sus vestidos, hasta que quedaran perfectos como si yo me los fuera a poner. Yo quería verme perfecta y lo mismo deseaba para mis damas. Tuve 8 damas. Escogí un numero par.

Al llegar la hora de la misa, sí me estresé un momento porque ya quería que todos mis familiares salieran del hotel para la misa. Pero bueno, me calmé y decidí no entrar en pánico, así que mejor me subí a la camioneta que me llevaría a la iglesia. Mi primo hermano que sería mi padrino de velación me llevó junto con mi abuelita de 90 años. Fue el viaje más importante de mi vida, acompañada de mi abuelita bella.

Entrar al altar de mi papá y ver ese día a mi esposo tan guapo, tal y como lo imaginé (yo lo ayudé a escoger su atuendo). ¡Todo parecía un cuento de hadas! Justo como siempre pensé casarme. Cada detalle, cada color, todo se vio reflejado cuando subí al salón y lo vi arreglado con todo lo que escogimos: la paleta de colores, los arreglos, las mesas, los recuerdos que colocamos, la música, la iluminación. Dios, todo tan perfecto no podía creer que todo eso haya llevado días, horas invertidos y todo mi esfuerzo, dedicación, amor y perfección se venían reflejado ese día en ese instante. Realmente me sorprendí, y eso me encantó.

¡Me fascinan las sorpresas! Vale la pena hacer una boda no por hecho de la fiesta y la pachanga sino que es un evento en tu vida digno de celebrar, de decirle al mundo, a la familia y amigos lo feliz y agradecida que estás con la vida por compartir tan bella historia de amor, lo feliz que estás por unirte a la persona que amas. Yo creo que eso es la razón más importante del por qué celebrar una boda. Y sí futuros esposos, los sueños se hacen realidad.

Saludos y les deseo todo el éxito del mundo a esas nuevas parejas.