La boda de Ruth y Carlos en Tepic, Nayarit

Llegó el gran día, llenos de nervios, alegría y tristeza juntos, pero nada detendría nuestra decisión de casarnos ese día. Ya estaba todo listo. Llegó la familia, todos se habían alistado, proveedores y apoyos. Incluso no llovió, pues en nuestra ciudad es muy frecuente las lluvias en julio.

De repente comenzó la marcha, tocada por nuestros amigos de nuestra iglesia, que con esfuerzo estuvieron ese gran día con nosotros. Entró la que ahora es mi esposa a manos de su padre y de los nervios y alegría, ni siquiera pude llorar al verla. Me la entregó con lágrimas en los ojos y comenzó nuestra boda civil. Nos casamos finalmente. Comenzó la música para iniciar la ceremonia religiosa, y por diversas razones y aunque era mi deseo inicial, pude cantar a Dios para agradecer por ese día, en compañía de mi familia y amigos.

Las familias cercanas a nosotros nos apadrinaron, conmemorando ese día y nuestro compromiso con Dios. Y después de tantos meses de esperas, lágrimas y alegría, nos dimos nuestro primer beso en el altar. Salimos a nuestra sesión de fotos en compañía de las ovaciones y alegría de nuestros invitados y no podríamos creer lo que estaba pasando, pero ahora somos marido y mujer, para toda la vida.