La boda de Gabriel y Berenice en Tlaquepaque, Jalisco
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G&B
18 Jul, 2020La crónica de nuestra boda
La historia de mi boda al civil es un cuento de hadas, un melodrama y una borrachera llena de amor y felicidad que me enseñaron mucho de la vida.
Comenzamos con un despido laboral. Me fui a trabajar a CDMX y decidí seguir con mi noviazgo. Después de casi 1 año viviendo fuera nos comprometimos. La empresa también tiene sede en Guadalajara, por lo que hablé con mis superiores de la posible opción de traslado. La petición fue negada y bueno, aprovechando que ya había mostrado interés en regresar a mi ciudad natal, decidieron liquidarme.
Regresé a Guadalajara feliz y sin dinero ja, ja, justo al inicio de la pandemia.
Viendo todo lo relacionado a la boda y la falta de presupuesto, decidimos esperar. Pero el tema pandemia proyectaba a quedarse mínimo unos 3 años y surgieron las dudas de qué hacer.
Con el apoyo de familia (más presión que apoyo) y amigos decidimos no hacer fiesta y casarnos en el registro civil.
Con el mismo apoyo (que no era apoyo) de familia decidimos hacer una ceremonia para 15 personas, misma que fluctuó de 15 a 150 personas de 1 día a otro.
Seguir leyendo »En los inicios de mi carrera profesional, trabajé como coordinadora de eventos y banquetes para diferentes hoteles y empresas que se dedican a esto. Conozco perfecto el tema de la planeación, la selección y el proceso que hay que llevar para realizar una boda exitosa, pero jamás imaginé la tensión y el estrés tan grandes que es ser la novia, tener que decidir y tratar de darles gusto a todos estaba matándome y peor porque no había presupuesto.
Mi filosofía de vida siempre ha sido: Dios proveerá, deja que fluya. Bueno pues por unos días ¡no sentía que fluyera nada! Estaba llena de estrés y tenía cero emoción o entusiasmo por ese día. Incluso reconozco que le cancelé la boda a mi prometido más de 10 veces. Se fue el apetito, no dormía bien y estuve de malas muchas semanas.
Un día platicando con mi prometido entendí que ese día no se trata de otros y mucho menos de complacerlos, es un día para invitar a celebrar a otros nuestra unión, no se trata de la fiesta y la elegancia, se trata del amor y la unión de 2 seres que deciden iniciar una nueva familia.
Me relajé y efectivamente dejé que todo fluyera. ¡Total, no importaba si me casaba con un vestido que ya tenía, lo importante era unir mi vida con la del hombre que amo! Además papitas y refresco nunca son mal recibidos.
Y así, todo comenzó a fluir. Tres semanas antes de la fecha sólo teníamos confirmado al oficial, 4 días antes de la boda ya teníamos todo: flores, comida, mobiliario, decoración, mesa de postres, vestido-traje y hasta cartones de cerveza.
Mi vestido fue el primer pendiente a descartar, fui a la tienda sólo por cumplir con la recomendación y las personas que me atendieron hicieron magia con mi ilusión. Ajustaron ese vestido que consideré ideal a mi presupuesto sin pedir nada a cambio. La comida me la regalaron mis hermanos, mis amigas me apoyaron con el candy bar, una ex compañera de trabajo me regaló mi maquillaje, mi estilista me regaló mi peinado. Y así puedo contarles cómo familia y amigos se unieron para aportar y hacer de ese día el mejor de todos.
Fue una boda para 50 personas en la terraza familiar. Comimos una barbacoa exquisita con tortillas hechas a mano. Hubo cervezas y cantaritos para beber, dulces mexicanos y una bocina con Spotify amenizando la tarde. No hubo fotógrafo profesional, pero sí baile del mandilón ja, ja.
¿Recuerdan los Cantaritos deliciosos? Bueno mi papá les puso Bacanora en vez de Tequila y no le dijo a nadie...
Una hora después del Bacanora todos estábamos charlando más amenamente.
Dos horas después del Bacanora todos estaban bailando.
Tres horas después del Bacanora pusieron karaoke y hasta mi suegra cantó ja, ja, ja.
Cuatro horas después del Bacanora llegó un mariachi quién sabe de dónde y está de más decir cómo acabó.
¡Simplemente fue espectacular!
Nunca voy a olvidar los nervios que sentí al llegar al lugar. Las miradas de mis padres al ver que la rebelde incasable se casaba y el orgullo que les hacía verme tan plena y feliz. Ver a todas las personas que amo reunidas en un mismo lugar y con cubrebocas ja, ja, pero sobre todo ver al hombre de mi vida de pie, guapísimo, esperándome frente a la mesita donde uniríamos nuestras vidas por siempre.
Esperen la segunda parte de la historia con la boda a la iglesia, estoy segura que también tendré mucho que contar y sobre todo mucho que recordar.
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