La boda de Edgar y Lau en Tequisquiapan, Querétaro
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E&L
03 May, 2014La crónica de nuestra boda
Es un hecho que preparar una boda siempre es una labor difícil, decidir fecha, lugar, hora, invitados, menú, grupo y mil cosas más es bastante complicado.
Lo primero que sabíamos es que queríamos que fuera una boda larga, un suceso tan importante no se puede celebrar en un solo día, teníamos que elegir un lugar donde todos nuestros invitados pudieran hospedarse durante tres días, mismos que duraría la gran fiesta. Después de una larga búsqueda encontramos una hermosa hacienda muy cerca de Tequisqueapan, lugar muy significativo para nosotros porque ahí nos conocimos.
Contactamos muchos proveedores de todo tipo, ahorramos muchísimo dinero (cosa que no creía que podía hacer) y después de peleas, todos nuestros fines de semana invertidos en boda, muchísima ilusión y todo tipo de sentimientos, llegó el gran día.
Sabíamos que iba a ser un gran evento, pero nunca imaginamos que nos fuera a salir tan padre y perfecto.
El primer día esperamos ansiosos a nuestros invitados por la tarde para la cena de bienvenida, primero llegó la familia, los más cercanos, lucían ansiosos porque toda la magia empezara. Los amigos llegaron con toda la actitud, parecía que ya era la boda y apenas estaban registrándose en el hotel. Todos estaban muy felices y emocionados por festejar nuestro amor y obvio por la gran fiesta del día siguiente. Fue una cena tipo buffet en la que dimos unas palabras de agradecimiento y dimos algunas pistas de lo que iba a pasar en la fiesta, la emoción se sentía a mil ya todos queríamos que fuera la boda.
Seguir leyendo »Llegó el gran día, cada quien sabía su rol, mis cuñadas prepararon la mesa de dulces más increíble que haya visto en la vida, mi mamá que tenía yeso por una caída semanas antes, era la más preocupada, iba con su yeso de un lado a otro, me obligó a desayunar y a estar lista antes que todos, no quería que nada saliera mal. Mis suegros corrían para todos lados y mi papá, no sé, quizá estaba escondido muerto de nervios por el speach que tenía que dar. Antes de que me pusiera el vestido, fui con Edgar, me despedí de él como si no nos fuéramos a ver en tres semanas, nos dimos la bendición, nos besamos, nos juramos que todo iba a salir mejor de lo que habíamos imaginado y con los ojos llorosos nos fuimos para prepararnos.
Ya estaba lista para salir pero escuché que el novio venía y tuve que esconderme porque él me pidió no verme hasta el altar, muy romántico de su parte, se subió al coche y fue el momento de mi salida, llena de aplausos y porras por los empleados del hotel. Me subí al coche con un moño gigante y nos dirigimos a la Iglesia, mi papá y yo hablábamos de cualquier cosa menos de la boda. Minutos después estábamos ahí, agarrados fuertemente del brazo hasta atrás de todo el cortejo esperando nuestro momento de entrada, sinceramente no recuerdo mucho, solo sé que era el momento que durante 5 años había esperado, caminamos a lo largo de la iglesia, mi papá se tropezaba con el vestido y lo único que me importaba era ver la cara de Edgar cuando me viera por primera vez con mi precioso vestido lista para unir mi vida con él, cuando me vio su expresión cambio, dijo wow sin emitir sonido y me hizo sentir la mujer más afortunada. Antes de entregarme, mi papá nos dio la bendición, nos dijo lo feliz que era por nuestra unión y nos dio un beso.
Salimos volando de la iglesia para comenzar con la sesión de fotos, muy linda por cierto, mientras hacíamos las tomas que nos pedía el fotógrafo los invitados estaban llegando al cóctel de bienvenida que estaba lleno de sorpresas, cocteles y mensajes personalizados para todos los invitados. Cuando terminó la sesión ya todos estaban en sus mesas para esperar a los novios, yo estaba muy nerviosa no había visto como había quedado el acomodo de mesas, ni las flores, ni la cristalería, ni nada. Ya estábamos listos para entrar, pusieron nuestra canción de entrada y todos aplaudieron cuando nos vieron, bailamos con la canción, nos reímos, saludamos a lo lejos y por fin después de 7 meses de preparación estaba relajada, todo era mejor de lo que esperaba.
Después de la comida, los bailes, las palabras de agradecimiento y los abrazos de todos, la fiesta comenzó y aunque duró 12 horas, para mí se fue en un parpadear de ojos, Edgar y yo no podíamos con la felicidad que nos invadía porque todo salió perfecto, bailamos con todos, brindamos muchísimo, nos tomamos millones de fotos, la música era inmejorable, el clima perfecto, los invitados estaban de lo más felices y nuestro sueño de estar juntos por siempre estaba comenzando. Creo que la clave de lo padre que estuvo nuestra boda fue que nos divertimos como invitados, no me importó nada, ni mi vestido gigante, ni que el peinado se me haya caído, nada, nos divertimos muchísimo, al nivel de que en un baile Edgar y yo nos tiramos al suelo para hacer brake dance, fue lo máximo.
Al otro día ofrecimos un brunch en la alberca, la verdad todos estábamos crudos, contamos nuestras anécdotas de un día anterior, todos moríamos de risa con las historias de borrachos, bailes imprudentes, caídas, detalles padres de la boda y todas esas cosas que suceden en un evento así.
Al final solo puedo decir que he ido a bodas muy bonitas, pero la mía fue mi favorita.
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